jueves, 3 de mayo de 2012

Ellos


Capítulo I
Ella.
            Se vendía ésta idea “todo saldrá bien. Era una noche fría, nada agradable porque apenas empezaba el calvario de la ruptura sentimental. Se dirigió a uno de sus lugares favoritos, (religiosamente vestida de negro con labios rojos), caminando y observando  el reflejo de su sombra bañada de luna y recordando desesperadamente lo “agradable” de la soltería. Se encuentra con sus amigos en la puerta y toman una mesa, nadie puede creer como es que “Salvador había terminado con Ella”, no insistió en que lo hicieran, cuando apenas podía intentar mencionarlo. El Dj toca rutinariamente la música que le marcaría desde temprana pubertad (de ahí su afición por ese lugar), letras como “Heaven knows I´m miserable now” (El cielo sabe que me siento miserable ahorita) pecaban de asertivas y así, la mesa se llenó de botellas vacías, saludos efímeros y colillas de Lucky Strike. Ella disfruta ese lugar y más cuando la pista es la única compañera para bailar; pasadas algunas canciones, toma asiento, busca un poco de maquillaje para cubrir imperfecciones, guardándolo para las lágrimas que seguro llegarán mañana puntuales para antes de irse a trabajar, cuando de repente alza la mirada y El está ahí. Exige la atención de todos los presentes en la mesa, lanzando, ¿un decreto?:
-Él… él y yo seremos algo…no sé qué… pero tengo que conocerlo, -dijo mientras lo señala sin educación alguna entre la multitud.
            No le quitó la mirada y aunque su textura emocional estaba destrozada y sostenida por la euforia de la noche, se paró a bailar por donde él se encontraba bebiendo una cerveza, sólo la vio y en cuestión de segundos abandonó el lugar.
            No se desanimó Ella, porque sabía que lo conocería ese día.
Sin emoción aparente, regresó a su mesa y un instante le obligó a pensar en como era su vida “antes de Salvador”. Ella es una chica sencilla de “clase media” y de enorme sonrisa, la cual disfruta escuchar discos y hablar de música por horas, se llama así misma una prostituta musical, le encanta comer vegetales, discutir del acontecer social que la rodea, devorar todo chocolate posible, es un poco temperamental, pasada de peso y de gran vació espiritual. Si bien cuenta con varios amigos en sus bolsillos y pocos amores que le robaron suspiros, se da el lujo de depurarlos, cree firmemente en la importancia de la unión familiar, procura la lectura, siempre está saturada de pensamientos para remediarse la desproporción épica que le da a sus problemas, la felicidad le es un cambio de actitud y si de estaciones se trata, lo es más en otoño y en invierno, aunque con ello, fríos escrúpulos le abundan. Pintora amateur, autodidacta y la cual al comer, se ensucia toda. Es inteligente y sumamente lenta para entender una ecuación matemática. Sobre hombres, Ella se reconoce hasta ciertos instintos (certeros y corrosivos) pero nobles y amorosos si los muy malditos le seducen y prometen todo, menos abandonarla. Muchas veces toma la iniciativa sólo por querer conocer, sin embargo al final del día es la hermana mayor de lucha incesante por no dejar morir a su enfermo Papá.
La duda le regresa cuando ve que Él la observa con tal desdén y es ahí cuando avecinó todo lo que ocurriría bajo la luz de la luna o en el anonimato que las calles les ofrecerían. Hizo una mueca, porque Ella sabía que era parte de las noches de cacería que El gozaba hacer (y que después las conocería tan bien por las marcas en su cuerpo y misteriosas llamadas), así que se inventó una tregua para ella misma, la cual se disolvería entre vientos de sol y mar, con la promesa de que regresaran cuando ella estuviera exaltada por la fiebre de su ausencia.
“Dame un cigarro, sólo si es rojo”. –dijo.
            El tiempo se detuvo e hizo una pausa en ella… le aventó la cajetilla sin poder dirigirle la mirada.
            “Sólo queda uno”, -sin pena le murmuro al oído.
            Ella alzó los hombros, siguió platicando con sus amigos y le conoció distante, así es El.


Capítulo II
El.
Es arrogante, machista, mujeriego, buen lector, dedicado, insensible, mentiroso y cariñoso. Amigos y amantes que coincidirían con Ella, le advertirían que es una persona fácil de odiar, sin embargo; a Ella jamás le resultaría cómodo vivirle así. En ese noviembre empezaron cuatro años. Provocando encuentros de aromas y en sus ausencias, el siempre tenía diez mil mentiras para Ella. Le contó que no sabe amar aunque le amen, pero Ella se aferró.
Con el paso del tiempo, Ella se preguntó:
- ¿Y si no hubiera ido ese jueves?

Entrando en un remolino de cuestionamientos como el que  ignoraría esa camisa blanca que le desarma, nadie le llamaría “colibrí” y no tendría que esconderse al salir con El.
El siempre se las ingeniaba para esquivar el tema, Ella ya no sabía en que idioma abordarlo, no deseaba preguntarlo pero al verse envueltos en suspiros y en una ingenua improvisación de amantes primerizos, no le quedaba más. Hubo un día en el que se encontraban medianamente desnudos, provocando un momento para “hablar seriamente” al cual El acudió con burlas y un deceso que lo llevo al silencio total. En ese instante Ella narró una vida juntos, incluso se detenía a solo mirarle y atesorar la melancolía que tendrá al recordar su cuerpo tendido frente al suyo, sin embargo con toda esa desabrida poesía, El sólo se inventó una mirada al techo.
Ella atónita del miedo, no sabía donde esconder la cabeza, quería tomar una estrella y huir.
No hay más que decir, esto era un “ensayo de pareja”.

Capítulo III
Ensayo de Pareja
Había cosas que los “hombres no dicen”, decía El.
Un día le escribe:
“…En este sentido somos dos libros que constituyen un diálogo cruzado, incómodamente una especie de texto único que vamos escribiendo y dibujando en episodios diferentes (además de que no puede llevarse a cabo) puede ser sino desobra de la inactividad, ya que nos vivimos a través del otro y para el otro.

Casi oculto un día dice:
-Alo mi amor...
Participando una duda , Ella le responde:
-¿Por qué me dices así?

El:
-Porque eres lo más cercano que tengo a eso.

No hay modelo a tomar, somos dos amantes (que se excluyen de cualquier estereotipo) en donde planteamos un ligero conflicto entre el, ella, pareja, intimidad, exclusividad e incluso sociedad, encontrando el otro discurso de dolor, necesidad y deseo que no compartimos ni en nuestro diario personal, pero que bien narra la insoportable espera de esa llamada, de ese voy para allá, le extraño, de ese me arreglé para vos.
Deportada la -nunca- tortuosa relación mantenida entre ellos (por naturaleza inconfesable) hoy le digo: amor, eres lo más cercano que tengo a eso….”

Ahí Ella supo que siempre serían un ensayo de pareja.

 
Capítulo IV
Ernesto. 
 
Ernesto llegó un día, la vio y Ella supo que el amor por fin había llegado a sus días.
A El lo desapareció y hoy, Ernesto es.